Cuando ya se está pensando en la construcción de dos nuevos anillos para aliviar el tráfico de la capital hispalense, la SE-35 y la SE-40, algunas de las carreteras en servicio carecen de las medidas básicas de seguridad. En este sentido, hay que destacar la SE-20, también conocida como Ronda Supernorte, donde un conductor a diario sufre durante once kilómetros de recorrido una multitud de baches, cambios de rasante y escasa iluminación nocturna, entre otras muchas cuestiones. Miles de vehículos, desde turismos a otros de gran tonelaje, circulan a diario por la segunda autovía urbana más circulada de Sevilla.
La denominada Ronda Supernorte de Sevilla -competencia del Ministerio de Fomento- se construyó en 1991, por parte de la sociedad estatal Expo 92 S.A. (actualmente Sociedad Estatal de Gestión de Activos S.A.), para dar acceso directo por carretera al recinto de la Exposición Universal de 1992 desde el aeropuerto de San Pablo, esto es, desde la N-IV viniendo desde Madrid. Esta vía, que circunvala la ciudad en su parte norte hasta llegar a la Isla de la Cartuja donde se enlaza con la SE-30 a la altura del Viaducto del Alamillo, se concebió además para paliar la carencia del cierre norte de la SE-30. Más tarde, como resultado de las operaciones de liquidación de esa sociedad y regularización de sus activos, el citado vial pasó a formar parte de Patrimonio del Estado, cuya gestión compete a la Dirección General del Patrimonio del Estado, dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda.
La ejecución de la Ronda original fue objeto de una actuación de «gran urgencia», por lo que en su configuración se apreciaban «aspectos de provisionalidad», en particular en lo que a trazado, firme y funcionalidad se refiere, según afirma Fomento. Con motivo de esta «provisionalidad» en su ejecución, el firme de la vía se deterioró en pocos años. Por ello, mediante un acuerdo del Consejo de Ministros en noviembre de 1997, se autorizó a Fomento llevar a cabo la realización de proyectos y obras necesarias para el acondicionamiento de la Supernorte. Tales proyectos fueron los de «Reconstrucción y rehabilitación de firme de la Ronda Supernorte» y «Ronda Supernorte de Sevilla. Acondicionamiento de accesos al Estadio Olímpico y actuaciones complementarias», cuyo presupuesto se estimó en 917 millones de euros. Ambos planes tenían como objetivo conseguir en la Ronda unas condiciones de seguridad y funcionalidad acordes con las características de una carretera con calzadas desdobladas.
Estas actuaciones vinieron relacionadas con la celebración en mayo de 1999 del Mundial de Atletismo en el Estadio Olímpico. Las obras consistieron, básicamente, en un saneo generalizado del firme de la carretera y la ejecución de nuevas capas de rodadura, la colocación de una barrera metálica que separase sendos sentidos de circulación -hasta entonces tan sólo delimitados por marcas de pintura-, y una reordenación de acceso, de forma que se eliminaron los más peligrosos y se adaptaron los restantes, mejorando sus radios y señalización.
En el entorno del Estadio Olímpico, se produjo el traslado de la vía ferroviaria de acceso a la Expo 92 construyéndose un nuevo apeadero ferroviario «Estadio» -presupuestado en 5,5 millones de euros-, y un gran paso inferior bajo la Ronda Supernorte, que comunicase tanto el apeadero ferroviario como los aparcamientos existentes en los márgenes del río Guadalquivir con el Estadio Olímpico. También en este entorno se introdujeron diversas glorietas para permitir conectar el viario principal, la Ronda, con los viarios locales existentes -como la rotonda de RTVE y la de la salida a Alcalá del Río-. Finalmente también se remodeló el enlace entre la SE-20 y la SE-30, incrementando de forma importante las condiciones de funcionalidad, capacidad y seguridad preexistentes. Las obras finalizaron en mayo de 1999.
Sin embargo, al término de esta última obra y por su falta de mantenimiento, esta vía empezó a presentar serias deficiencias que afectan a la seguridad de los vehículos que circulan por la SE-20. No obstante, en los últimos años está volviendo a cobrar el protagonismo que presentaba en el 92, aunque no por ello se le ha prestado demasiado interés en conservarla adecuadamente. Quizás éste sea el motivo por el que la vía haya aumentado su inestabilidad.
Recorrido tortuoso
La Ronda Supernorte está compuesta por cuatro carriles -dos para cada sentido-, separados por una valla metálica y no dispone de arcén. Iniciando el recorrido partiendo del aeropuerto de San Pablo en dirección a la Isla de la Cartuja, ya se nota un cierto temblor en el vehículo. Además, cada vez que se pretende realizar algún adelantamiento -esta vía tiene un límite de velocidad máxima permitida de 80 kilómetros por hora-, el volante se mueve involuntariamente ya que circulamos por un continuo cambios de rasantes interminables. Asimismo, no se puede prestar atención a otra cosa que no sea el volante -no se aconseja cambiar de emisora o atender a los acompañantes que vayan en el vehículo-, porque alguno de los miles de baches que presenta la vía puede «jugarle una mala pasada», tal y como le ocurrió a A. B., habitual de esta carretera, que afirma que «hace unos tres meses asfaltaron un tramo de la ronda porque ya no se podía considerar ni carretera secundaria. Yo mismo, por un descuido cogí un bache y mi coche quedó empotrado contra el quitamiedos, por fortuna no me ocurrió nada».
Efectivamente, la ronda ha tenido en los últimos meses varios «lavados de cara». Así, aún se puede encontrar en obras uno de los cruces -ahora convertido en rotonda- que conecta con la barriada de San Jerónimo y Pino Montano desde los municipios de Alcalá del Río y Bollullos.
Deficiente iluminación
En esa misma rotonda, y en dos más que presenta la vía, sí se circula de noche, se agrega un nuevo peligro, extremar la precaución por carecer de una mínima iluminación. Lo habitual en carreteras con un flujo alto de circulación, es que las rotondas y cruces estén iluminados para permitir una mayor seguridad de los que se aproximan. Como no podía ser menos, a la lista de defectos se suma la falta de visualización por las noches. Por lo que, cuando un conductor se acerca, aún de día, por estas rotondas podrá observar que los quitamiedos están en algunas zonas completamente hundidos de los numerosos accidentes que allí han sucedido. El encendido eléctrico en esta vía sólo existe del kilómetro 8 al 11 -a veces incluso algunas noches se les olvida darle al interruptor-, el resto en perpetua oscuridad.
Acumulación de basura
Tampoco puede destacar la Ronda Supernorte por su limpieza. Tanto en la mediana como en los bordes de la carretera, en algunos puntos, se acumula gran cantidad de basura. A veces, incluso, esa basura llega a interferir en la circulación de los vehículos. Tal es la dejadez que un animal atropellado en la vía permanece días y días sin que sea retirado. Aunque no se destacaría tanto la gran cantidad de basura como la continua gravilla, restos de cristales y tierra que aguanta la calzada.
Y es que, debido al paso de camiones que transportan arena y otros materiales de construcción y las obras que recientemente han ocupado en una de la rotonda con salida a San Jerónimo y Pino Montano, el riesgo a tener un accidente aumenta sobre todo en las rotondas y en las numerosas curvas pronunciadas que existen.
Por otro lado, las señales pintadas en el asfalto llegan a ser inapreciables en algunos tramos. Igualmente se ha descuidado la visibilidad de las señales verticales, que un gran número de ellas están tapadas por las ramas de arbustos y árboles. «Llevo desde hace más de cuatro años circulando por la SE-20, debido al caos que se forma en la SE-30 y nunca he visto que se repare en cuidar la pintura de las señales del suelo y en cortar las ramas que cubren las señales verticales», explicaba María Solano, una usuaria habitual.
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