domingo, 4 de noviembre de 2007

Las esculturas de Valdés convivirán con las obras en la Alameda hasta enero

El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, fue el encargado de inaugurar la exposición escultórica de Manolo Valdés, organizada por la Obra Social «la Caixa» y la comisaria Violant Porcel, compuesta por 17 obras de hierro y bronce, ubicadas en la Alameda de Hércules, donde permanecerán hasta el próximo 20 de enero de 2008.
«Un museo a cielo abierto», es como denoniman esta muestra callejera, en la que, la Caixa destaca que su ubicación es un punto de encuentro de diferentes tipos de ocio -deporte, restauración, para realizar compras o simplemente pasear-, y donde, sobre todo, los jóvenes se reunen. «Tan sólo con que una persona joven pase por delante de las obras de Valdés y le haga pensar, la Fundación ya habrá cumplido su propósito», puntualizó Luis Reverter, secretario general de la Caixa.
Por su parte, Monteseirín destacó que la obra comprendería una «hermosa escena urbana» donde arte, historia -algunas obras de Valdés están inspiradas en Las Meninas de Velázquez o en la reina Mariana- y las obras de peatonalización en la Alameda dialogarán a la perfección. Unas obras que, tal y como afirmó, el primer teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos, también asistente al evento -aunque llegó con retraso. No estaba «invitado», pero quiso asistir ante la posibilidad de que el alcalde inaugurara la Alameda tomando como «excusa» la exposición de Valdés-, no estarán terminadas hasta el próximo mes de enero, mes en el que las obras de Valdés dirán adiós a la capital hispalense. Por lo que, tal y como ocurrió con la exposición en la Plaza Nueva el pasado año con las esculturas de Igor Mitoraj, los visitantes no podrán disfrutar de un emplazamiento libre de máquinas, ruido y polvo por culpa de las obras.
Luis Reverter manifestó por parte de la Fundación la Caixa, que en un principio no se fiaban e incluso declinaron tajantemente ante la posibilidad de colocar las esculturas en la Alameda, ya que, según Reverter era «un espacio público degenerado con mala fama por culpa, entre otras, de la prostitución que había en la zona», a lo que, Monteseirín avaló lo afirmado por Reverter diciendo que «por la pasividad del momento, es verdad que la Alameda estaba degenerada y abandonada». Sin embargo, entre risas, Reverter y el alcalde sostuvieron que soy día «ya sólo se puede discutir de la Alameda con un tono artístico; si las farolas o las losetas gustan más o menos».
Por último, Violant Porcel, comisaria del proyecto, destacó que el contexto en el que Valdés ha concebido las obras es en el de «humanizar» las esculturas, que los ciudadanos la toquen, un tipo de «escultura táctil».

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